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La guerra es la continuación de la política por otros medios”

Karl von Clausewitz (1832, p.19)

Esta formulación clásica ha dado origen a un sin fin de disertaciones acerca del aparente continuum entre guerra y su fin político, pero quizá la más afamada sea la inversión (o complemento) sugerido por Foucault  en Defender la sociedad que reza que “La política es la continuación de la guerra por otros medios” (2014, p. 29). La sugerente propuesta del francés habla del campo político que deviene la estructura misma de la sociedad e, incluso, origina la vida cotidiana a partir de la lógica de la guerra; esto es, que el sometimiento del enemigo no se da ya en el marco del campo de batalla ni de la confrontación armada sino en los múltiples campos de confrontación de la política, las leyes y las tradiciones.

De ahí que fenómenos como la deslegitimación del conflicto, la construcción simbólica del adversario, la deshumanización del mismo e incluso el desplazamiento de imaginarios que van del combatiente (con cierto grado de legitimidad basada en su razón de lucha) hacia la figura del terrorista (ilegítimo en tanto su razón es el generar terror en sí mismo), cobran especial sentido en tanto se entienden como estrategias de guerra en nuevos escenarios políticos.

Particularmente, la deshumanización tiene como fin que el adversario sea reconocido con una imagen hostil, siniestra e inhumana, de forma en que no exista mínimo nivel empatía y preocupación cuando se realicen acciones violentas hacia ellos. Para hacerlo se utilizan estrategias en las cuales se califica al adversario, como lo son: a) proscripción, al caracterizarlo como violador de la normal social, b) caracterización de rasgos, al atribuirle rasgos de personalidad que implican rechazo social y el uso de rótulos políticos, c) comparación con grupos sociales o políticos previamente conocidos y evaluados como negativos por parte de los ciudadanos (Bar-Tal, 2000).

 

En Colombia se ha evidenciado deshumanización del adversario por parte del Estado hacia los GAOML de las AUC y las FARC, entre otros, por medio de diferentes mecanismos.

 

 

Uno de ellos está en la proliferación de comunicados que pongan en manifiesto delitos cometidos, articulen una perspectiva de horror o terror sostenida en la falta de razón o soporte de dichas acciones para después exponer el uso de la fuerza como alternativa viable para el restablecimiento del orden (Borja, Barreto, Sabucedo, & López, 2008). Asimismo, esta es una lógica que se reitera entre los mismos grupos armados por medio de la construcción de discursos que legitiman los fines y acciones propias y deslegitiman al adversario atacando sus fundamentos y prácticas (Sabucedo, y otros, 2004). Por lo tanto, el discurso es un elemento relevante en los procesos de conflicto y paz, debido a que contribuye a la comprensión del conflicto y sus dinámicas de construcción psicosocial y la configuración de ideologías para legitimar o deslegitimar acciones por parte de los actores (Borja, Barreto, Sabucedo, & López, 2008).

Agamben (2013) ubica bien el concepto del Homo Sacer como aquel que al que cualquiera puede dar muerte sin incurrir en homicidio; es decir, una vida que es producida como no válida, que no merece ser vivida. Este concepto permite entrever las consecuencias de la producción, intencional o no, del adversario como un no humano; esto es, de suspender su estatuto de humanidad a la par de invalidar su alteridad. En otras palabras, esta producción simbólica pasa de lo discursivo a lo político e, incluso, a orientar las acciones de un pueblo o una nación hacia el deshumanizar al adversario, o mejor, negar la humanidad del combatiente es a la vez restar legitimidad a las causas y fundamentos de su accionar y su desacuerdo, a la par que se da la justificación de su eliminación en tanto aparece como un sin sentido que atenta contra el orden y bienestar social.

 

Reconocer la humanidad en el otro. Humanizar al adversario

Se hace necesario repensar estos procesos de producción discursiva, simbólica y efectiva del otro como punto de partida para un cambio en las formas en que nos relacionamos con la alteridad. La perspectiva de la paz imperfecta ofrece ciertas posibilidades frente a una salida no armada del conflicto y su posterior proceso de posconflicto, e implica la reestructuración de la noción de paz como una forma de abordar de forma conceptual y procesual la construcción de una paz perdurable.

 

Por su parte, Francisco Muñoz (2001) aborda la posibilidad de dejar de entender la paz como la negación del conflicto, en tanto este enfoque podría llevar a afirmar de forma lineal que la paz depende de que no haya conflicto, y de esto a proponer la eliminación del conflicto o a quienes lo efectúan.

 

 

En contraposición, el autor ofrece una alternativa a la vez conceptual y práctica, a saber, entender el conflicto como algo constitutivo de las sociedades, en especial de las democráticas, y la paz como un proceso imperfecto que en lugar de negar el conflicto y el disenso, afirma la reciprocidad de ambos términos para la constitución de escenarios intermedios, siempre transitorios en tanto perfectibles, encaminados a sociedades cada vez más amplias, tolerantes y sin ejercicios de violencia.

Entonces, la humanización del adversario puede presentarse por medio de procesos de reconstrucción social, los cuales se hacen necesarios al finalizar los conflictos; estos podrían llegar a tardar en su alcance según las características de los procesos de deshumanización que hayan existido, puesto que entre más larga la duración de los conflictos, más se refuerza y arraiga la imagen que se ha construido del adversario (Sabucedo, y otros, 2004). Además, resulta relevante analizar las necesidades de ambas partes para hallar soluciones cooperativas y no impositivas (Kelman, 1998).

Por otra parte, la transformación de un discurso de enfrentamiento a uno de cooperación, es una condición que facilita el posconflicto y se debe a elementos como la asunción de responsabilidad del conflicto entre las partes implicadas, tanto del estado colombiano como de los actores armados (Borja, Barreto, Alzate, Sabucedo, & López, 2009). Pero, a su vez, es también entender que es necesario actuar a nivel simbólico, en aras de alcanzar una reparación del tejido social, es necesario producir un orden simbólico coherente con un nuevo estado de paz ajeno a la producción del otro en tanto deslegitimación.

Se abre entonces la necesidad de construir paz; para ello, habría bien que desarticular estas maquinarias discursivas de producción simbólica del otro como inhumano, a la par que producir al otro como humano; esto es, humanizar al adversario. Una opción está en el reconocimiento de su humanidad en tanto sujetos de situaciones que no necesariamente eligieron, teniendo cuidado de no caer en un determinismo histórico, social ni económico, pues negar la posibilidad de elección sería recaer en enfoques infantilizadores. Para ello podría pensarse, en la promoción de acciones específicas de reconocimiento de sus experiencias, de facilitar espacios y tiempos para la convivencia y en la reintegración de ese otro a partir de aquello mismo que caracteriza a un Estado social de derecho, esto es, la garantía de sus derechos sociales, económicos, culturales y ambientales.


 

Referencias bibliográficas

Agamben, G. (2013). Homo Sacer. El poder soberano y la nuda vida (Primera - Cuarta reimpresión ed.). (A. Gimeno Cuspinera, Trad.) España: Pre-textos.
Bar-Tal, D. (2000). From intractable conflict through conflict resolution to reconciliation: Psychological analysis. Political Psychology, 21(2), 351-365.
Borja, H., Barreto, I., Alzate, M., Sabucedo, J., & López, W. (2009). Creencias sobre el adversario, violencia política y procesos de paz. Psicothema, 622-627.
Borja, H., Barreto, I., Sabucedo, J., & López, W. (2008). Construcción del discurso deslegitimador del adversario: gobierno y paramilitarismo en Colombia. Universitas psychologica, 7(2), 571-583.
Clausewitz, K. v. (1832 (2002)). De la Guerra. Librodot.com. Disponible en: http://lahaine.org/amauta/b2-img/Clausewitz%20Karl%20von%20-%20De%20la%20guerra.pdf.
Foucault, M. (2014). Defender la sociedad (Primera - Sexta reimpresión ed.). (A. Pons, Trad.) Buenos Aires, Argentina: Fondo de cultura económica.
Kelman, H. (1998). Social-Psychological contributions to peacemading and peacebuilding in the Middle East. Applied Psychology: an international review, 47(1), 5-28.
Muñoz, F. (2001). La paz imperfecta. Granada, España: Universidad de Granada.
Sabucedo, J., Barreto, I., Borja, H., López, W., Blanco, A., De-La-Corte, A., & Durán, M. (2004). Deslegitimación del adversario y violencia política: el caso de las FARC y las AUC en Colombia. Acta Colombiana de Psicología(12), 69-85.

Visto 1959 veces Modificado por última vez en Viernes, 12 Abril 2019 23:06

Lo último de Ana Camila García Murillo, grupo de investigación GESS y Juan David Zabala Sandoval, docente Psicología. Grupo de investigación GESS.

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