Lunes, 22 Octubre 2018 16:23

Acercamiento a la categoría de ideal

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En la actualidad, salen a la luz profundas crisis en los diversos campos sociales. Se advierte cómo las crisis económicas aparecen con mayor regularidad; cómo el desarraigo cultural en la sociedad engendra seres sin identidad; cómo la moral se ve reemplazada por la barbarie entre nosotros mismos, desencadenando migraciones masivas con refugiados que nadie quiere; cómo el entorno sobre el que estamos parados se revela contra años de contaminación; cómo los cerebros de las nuevas generaciones se echan a perder por causa del sinsentido al que hemos llegado por la tecnología y la globalización.

Pareciera que lo que en un principio se erigió como bastión en pro del conocimiento, el progreso, la interconexión y la comunicación masiva, se desdibuja en profundas dificultades generadas por la ausencia o deficiencia en los procesos pedagógicos, en gran parte, gracias a que las presentes generaciones son las primeras y únicas que han crecido dentro de la órbita digital y les ha tocado improvisar respecto a los impactos que esta implica.

Es ante este panorama que nos planteamos un universo ideal universidad ideal-sujeto ideal.

La universidad ideal debe tener en cuenta diversos enfoques y características, teniendo siempre presente la importancia de su deber dentro de las sociedades. 

 

En este sentido, es necesario entender a la universidad como aquel escenario donde las personas, en especial los jóvenes, pueden acceder al universo del conocimiento por descubrir y a un espacio que procure el perfeccionamiento de las capacidades y habilidades humanas potenciando la creatividad, la capacidad de imaginar y materializar diversos escenarios. La universidad no adoctrina sino que brinda herramientas para descubrir conocimientos en busca de la libertad.  

Para lograr estos propósitos, las instituciones universitarias deben atender a un fin social garantizando criterios de calidad, integralidad, utilidad y responsabilidad ética. Adicionalmente, hay que tener en cuenta que la universidad pública, por su mismo carácter, debe atender a valores diferenciadores respecto de las privadas, pero ambas deben estar encaminadas en primer lugar, a luchar por la libertad del conocimiento y, en segundo lugar, a encontrar realmente qué es esa libertad.

En términos generales, sin diferenciar instituciones públicas de privadas, estas deben contar con una idónea capacidad en cuanto a su infraestructura, ya que las instalaciones deben responder eficientemente a los requerimientos y necesidades de docentes y estudiantes; esto es, aulas con la capacidad apropiada y debidamente adecuadas. Además, deben ser edificaciones seguras con accesos para personas en condición de discapacidad. También, es necesaria la calidad administrativa y de gestión para que puedan funcionar de manera adecuada.



En cuanto a la calidad de la enseñanza, todas las universidades deben propender por lograr aumentar la cantidad de sus docentes de planta teniendo en cuenta sus capacidades, destrezas, aptitudes, nivel de conocimiento y experiencia en su campo de acción. Sin embargo, esto por sí solo no es suficiente, ya que en muchas ocasiones se evidencia cómo el mejor en cierta área no es el mejor docente. En este sentido, es indispensable la vocación pedagógica como un pilar.

Respecto a la integralidad, la universidad debe desarrollar la capacidad humana más allá del aprendizaje de un pensum, deben ofrecer escenarios idóneos para que los estudiantes se desarrollen como humanos y no solamente como profesionales. Debe contar con actividades extra curriculares, tales como artes, deportes, teatro, música, grupos de investigación, grupos de debates; en fin, la mayor cantidad de actividades que puedan mejorar las diversas cualidades, fortalezas y aptitudes de las personas. Igualmente, el factor salud es un eje importante de este elemento de integralidad; es decir, la universidad debe ofrecer servicios de salud física, mental, vocacional y demás, tendiente a lograr el óptimo desarrollo de la persona y desenvolvimiento académico.

Sumada al elemento anterior, la responsabilidad ética resulta de vital importancia, ya que de su materialización depende el progreso de las naciones. Se advierte cómo graduados de las mejores universidades que pueden ser los mejores en su profesión y, sin embargo, impactan de manera negativa a la sociedad: abogados corruptos o médicos desligados de empatía y humanidad. 

 

 

En suma, la universidad debe enseñar dentro de sus cátedras no solo a ser mejores profesionales, también a ser ciudadanos ejemplares, conscientes que son ciudadanos con criterio ético ya que esto permite la armonía en la interacción social. 


Hay que hacer mención especial acerca del elemento de la utilidad, ya que este factor admite diferencias entre las universidades públicas y privadas. Por un lado, la universidad privada, más allá de la responsabilidad y los elementos que debe atender, debe priorizar el equilibrio económico; en otras palabras, debe tener en cuenta su equilibrio financiero ya que de esto depende su permanencia. Por otro, la universidad pública debe apelar  por un lado a las prioridades regionales y ser, también, una herramienta en la construcción del Estado; esto es, priorizar aquellos programas que se requieran sin importar su rentabilidad; además, debe crear nuevo conocimiento que fortalezca la construcción del Estado, teniendo en cuenta que el Estado se encuentra en vía de construcción precisamente porque la sociedad es cambiante. De esta manera, la universidad pública debe destinar recursos y plazas atendiendo al criterio de la utilidad, sin caer en el error de adoctrinar.

Es así como, tanto la universidad pública como la privada, atendiendo a las necesidades de Colombia, deben enfocarse en el mejoramiento de las áreas del conocimiento relacionadas con los procesos tecnológicos y la industria de estos. Finalmente, se debe tener en cuenta la adecuada disponibilidad de recursos tecnológicos en el marco de la cuarta revolución industrial, priorizando la investigación como fuente de desarrollo del estudiante y de la sociedad, y fuente de monetización para la institución misma. 

Ahora bien, con un entorno académico ideal, el estudiante ideal es, sin duda, una persona que ratifica su posición central en el mundo pero que respeta; un ser dotado de inteligencia, curiosidad, ambición, visión, hambriento de conocimiento y deseoso de sorprenderse, proactivo y disciplinado. Debe tener un pensamiento crítico, formal y lógico, debe estar informado y actualizado. Debe poseer empatía para desenvolverse con los demás y poder aportar a la sociedad a través de la  integridad y la ética. Debe, también, ser irreverente pero a la vez respetuoso, tolerante y humilde. Ser consciente de su cuerpo, mente y espíritu, consciente de que es ciudadano, consciente de su entorno y ambiente y consciente de su posición respecto a este. Debe aceptar a la ignorancia en su vida, pero vivir cada día para reducirla. Por último, es indispensable que detente el anhelo, la imaginación, la creatividad y el permitirse soñar. En suma, si no se logra tener todos estos elementos, pero si se desea querer ser un estudiante ideal, aún con lo subjetivo que resulta este calificativo, lo único que realmente se requiere es convicción y capacidad mental para adquirir todas las demás cualidades, aptitudes, calidades y fortalezas.

Se concluye entonces que la universidad ideal no solo debe impartir conocimientos, más bien debe llevar a la búsqueda del conocimiento. Para ello es fundamental que forme un ser basado en la creatividad, que es en últimas, lo que permite replantearse el conocer, romper paradigmas y avanzar en todos los ámbitos a la humanidad. Adicionalmente, se advierte que la categoría de ideal en el estudiante es susceptible de ser adquirida, gracias a la enorme capacidad de adaptación del genio humano, siendo necesario contar solamente con la convicción por lograrlo y la capacidad mental para materializarlo, puesto que con estos elementos las demás características pueden ser adquiridas. Si bien lo anterior, hay que destacar la gran y vital importancia del docente en este proceso, ya que funge como piedra angular de dicho proceso, ya que en su vocación pedagógica permite acercar a la categoría de ideal tanto al estudiante como a la universidad.

 

Visto 1035 veces Modificado por última vez en Miércoles, 07 Noviembre 2018 23:14

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