Martes, 03 Octubre 2017 16:08

¿Qué evaluamos a la hora de comprar vivienda?

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En Colombia, el sector de la construcción se ha presentado como uno de los principales factores influyentes en la dinámica de la economía. De hecho, según el DANE, para el tercer trimestre de 2016, este sector tuvo un crecimiento de 5,80 %, con una contribución significativa al PIB del mismo periodo de 1,20 %, sin dejar de lado los 1,40 millones de colombianos que en el mismo año tuvieron empleo en el oficio de la construcción.

Por ello, cada vez es más común que la adquisición de vivienda propia represente un objetivo fundamental para las familias, principalmente durante los últimos años en que existen diferentes altenativas para alcanzar lo que para muchos representa una meta de vida. Es posible suponer, entonces, que inicialmente, para la mayoría de nosotros, este objetivo esté en manos de quienes proyectan, construyen y ofrecen infraestructura.

A este ritmo, cada vez más empresas constructoras encuentran un interés en participar en proyectos de vivienda, cuya financiación, en algunos casos, está respaldada por el Gobierno nacional, y en otros, por el capital propio de los colombianos.

De ahí que el reto de la construcción esté en desarrollar y comercializar proyectos que garanticen funcionalidad, seguridad y economía, sin sacrificar ninguna de ellas por las demás.

 

Sin embargo, en lo corrido de los últimos diez años, han ocurrido casos puntuales de proyectos en los que la seguridad se ha visto afectada por el interés de garantizar mayor rentabilidad económica. Es el caso de edificaciones que han colapsado ante demanda de cargas verticales, como el peso propio de la estructura, y de todo lo que ella contiene, sin siquiera ser sometidas a perturbaciones sísmicas, generando pérdidas humanas y económicas para numerosas familias.

Hechos como el mencionado, nos ha llevado a preguntarnos sobre qué aspectos deben evaluarse a la hora de adquirir vivienda en edificaciones, además de la economía y del diseño arquitectónico. Un punto de partida, en términos de seguridad, puede ser evaluar el riesgo sísmico, bajo el supuesto de que, como mínimo, las solicitaciones gravitacionales (peso propio de la estructura y sus ocupantes) serán atendidas. El riesgo sísmico lo define la acción simultánea de la amenaza natural ante el movimiento fuerte del terreno y la vulnerabilidad, en la mayoría de casos estructural, de las edificaciones.En materia de amenaza sísmica, es importante recordar que Ibagué ha sido afectado por numerosos eventos, tanto por su cercanía a la cordillera, como por su ubicación geográfica relativamente cercana a la costa pacífica del continente.

En efecto, en la historia registrada en Colombia desde el siglo XVI, se han detectado movimientos sísmicos de hasta 8,10° de magnitudMw (medida de tamaño del sismo) y 25 km de profundidad en el departamento del Tolima (sismo de Ibagué de 1979). En cuanto a los sismos que han afectado a Ibagué, se han estimado intensidades (medida de los efectos del sismo) de hasta 10 (muy destructivo) en una escala de 0 a 10. Ahora, si bien estos eventos tienen grandes periodos de retorno, es incierta la ocurrencia de eventos anteriores que pudieran repetirse en el futuro cercano. Es por ello que, además de referirnos a la amenaza, es completamente necesario evaluar la vulnerabilidad estructural y social, que define el grado de exposición ante la amenaza que analizamos y a la que comprendemos como el nivelde preparación que ha desarrollado una población para reaccionar ante un terremoto.

En realidad, las edificaciones pueden clasificarse por el sistema estructural encargado de atender la acción de fuerzas horizontales presentes en la estructura durante un movimiento fuerte del terreno y las fuerzas verticales debidas al peso de la estructura y lo que ella alberga. En consonancia, los sistemas estructurales contemplados en el Reglamento de Colombiano Construcción Sismo Resistente (NSR-10) son: sistema de muros, de pórticos, dual y combinado. Además, los materiales que están contemplados por el mismo Reglamento son: concreto reforzado, acero estructural, aluminio, madera y mampostería, ya sea de arcilla o de concreto. Según el NSR-10, cualquier sistema estructural, compuesto por cualquiera de los materiales contemplados por él, ofrecerá el mismo nivel de seguridad, siempre y cuando se cumplan todos sus lineamientos y requerimientos. Podríamos pensar, entonces, que no es posible hablar de sistemas estructurales más seguros que otros.

Es que los lineamientos del NSR-10 están enfocados endireccionar los diseños hacia una definición correcta de los procedimientos de análisis que se deben usar, la adecuada evaluación de las cargas que soportará la edificación, los procesos de diseño adecuados para cada material estructural y el apropiado proceso constructivo. En consecuencia, para poder garantizar los niveles de seguridad que ofrece el NSR-10, es necesario que en todas estas etapas se atiendan los requisitos mínimos. De nada sirve que el análisis y el diseño se hagan de la mejor manera, si el proceso constructivo tiene falencias o los materiales utilizados no tienen la calidad necesaria.

En el marco de esta filosofía de desempeño, la situación actual en Colombia resulta alertada debido a la demanda actualde nuevas construcciones que ha generado el déficit de vivienda, que para el año 2012 superaba el 37 %. Por esto, ha cobrado importancia la utilización de sistemas industrializados, principalmente aquellos que consisten en la construcción de muros delgados de concreto vaciado en sitio, cuya característica principales su bajo espesor (que puede oscilar entre 7,5 cm y 12 cm para edificaciones de hasta 12 pisos) y que se utiliza en países como Bolivia, Ecuador, México, Perú, Venezuela y Colombia entre otros latinoamericanos.

Pero, este sistema, aunque se enmarca dentro de los contemplados por el NSR-10, no atiende los requisitos mínimos de espesor definidos en otras normas internacionales, y, además,se han evidenciado comportamientos no deseables ante cargas sísmicas de gran intensidad en investigaciones recientes. Esto conduce a que, a pesar de cumplir con los requisitos mínimos definidos por nuestro Reglamento, es posible que las estructuras de muros delgados presenten vulnerabilidad asociada a la presencia de vacíos normativos en el reglamento, y al desconocimiento de su respuesta sísmica, ya que no existen suficientes evidencias experimentales sobre su desempeño.

Por ello, sugerimos que para garantizar un buen desempeño estructural en las edificaciones sometidas a eventos sísmicos es necesario evaluar: la calidad de los procesos constructivos, que son responsabilidad técnica del constructor; la calidad de los diseños estructurales, en la medida en que, como mínimo, se ajusten a los requerimientos de la normativa de diseño sismo resistente; y, la calidad de los estudios geotécnicos soportados en un muestreo y análisis apropiado del suelo de cimentación.

Ahora bien, sabemos que en las ciudades donde los efectos de los sismos han generado grandes pérdidas humanas y económicas, las constructoras han optado por ofrecer el concepto de seguridad estructural como componente adicional a los que sus clientes usualmente exigen a la hora de comprar vivienda: ubicación, precio y diseño arquitectónico... Entonces, ¿será necesario que ocurra en Ibagué un evento sísmico significativo para tomar conciencia sobre la importancia de la calidad técnica por parte de todos los involucrados en estos proyectos?

 

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