Jueves, 15 Marzo 2018 16:44

Lenguaje como inmersión en la sociedad y la cultura

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En la búsqueda del concepto del lenguaje, emprendí un viaje por las posturas de diferentes psicólogos y filósofos, y llegué a identificarme con algunos de ellos. La travesía provocó en mí una reevaluación de la creencia y significación de este, que me llevó, incluso, a las bases teóricas de mi propia construcción y concepción del habla. En Lev Vygotski (2000) pude encontrar argumentos y conceptos claves que llamaron mi atención, más que otros supuestos lingüísticos, pues, en mi criterio, es un autor coherente que abarca temas imprescindibles, como cultura, pensamiento e interacción.

Vygotski (2000) comprende el habla como un movimiento desordenado que busca una reacción, en este caso vocal, que el niño desarrolla con el paso del tiempo y que le permite el contacto con los otros interlocutores en la vida diaria. Las reacciones expresadas a través del habla pueden calificarse como emocionales y sociales; reflejan rasgos que pueden ser instintivos o entrenados y dan a conocer el tipo de relación que sostiene el individuo con su entorno ambiental y social. 

 

 

El lenguaje emocional se hace evidente en la reacción vocal de un infante ante sus padres, o en expresiones provenientes de la alegría, el dolor, la ira, etc., y comprende las primeras formas de comunicación que se dan por medio de respuestas incondicionadas (Vygotski, 2000).

 

Resulta fascinante que esta postura permita establecer al lenguaje de forma independiente al pensamiento, entendiendo que ambos procesos —lenguaje y pensamiento— se encuentran en un punto de la experiencia vital y se complementan y potencian de forma recíproca. Sin embargo, de forma contraintuitiva a lo que veníamos presentando, es el habla privada la que adquiere enorme importancia, en tanto contribuye al control comportamental. Particularmente, el modelo skinneriano ve en el acto verbal volcado sobre el propio individuo la posibilidad de establecer contingencias condicionales que permiten el control de la conducta; las denominadas autoclícticas permiten dicho control, que se hace posible con la verbalización del comportamiento, muestran un desarrollo en la conciencia e identifican el papel regulador del lenguaje (Peña & Robayo, 2007).

El carácter simbólico del lenguaje implica, a la vez, un mayor proceso de aprendizaje y el desarrollo cognitivo hacia niveles superiores; algo que excede la simple asociación de estímulos y conlleva a la abstracción. La significancia es necesaria para que exista una concepción de lengua en una comunidad, puesto que los individuos deben expresar sus ideas de manera que todos entiendan el mismo concepto. Aquí el postulado de Vygotski (2000) es coherente y claro, ya que establece diferentes momentos del aprendizaje, como identificar objetos y cosas por función, mas no por semejanza (Zegarra & García, s.f.). Se puede entonces contrastar el postulado de Vygotski con Bajtín en lo que se refiere al signo, ya que estos dos autores reconocen la vida interior como una construcción que se moldea por los límites, comunicándome yo con reacción del otro (Shuare, 2010).

Cualquier interacción con el entorno es esencial, puesto que marca el proceso de aprendizaje del individuo, ya sea para su desarrollo en el lenguaje verbal o escrito. Dibujar y afianzar el uso de símbolos aumentan el poder de encajar más rápido la lengua con la escritura, lo cual hace a una persona más capacitada para usar su lenguaje de forma coherente. Es incipiente recalcar que este proceso nos hace adherirnos a una cultura, nos adentramos en la sociedad y llegamos incluso a cuestionarla y transformarla, respecto al modo de juzgar y calificar el mundo que nos rodea. El énfasis vygotskiano radica en entender cómo un individuo reconoce los elementos culturales como propios, es decir, conseguir que la intersubjetividad aliene nuestro pensamiento y este se vuelva intrasubjetivo logrando tocar, conectar e influenciar a otras personas.

En cuanto a la zdp (Zona de Desarrollo Próximo), esta se presenta más avanzada cuando el individuo logra razonar de forma intrasubjetiva, con lo cual aprende por medio de la interacción social y consigue interiorizar el aprendizaje. Se debe de recalcar que no solo las reglas gramaticales se aprenden cuando razonamos de forma intrasubjetiva; el ambiente en que se desarrolla un individuo (cultura) puede extender y favorecer sabiamente las funciones mentales del hombre; sin embargo, puede, al mismo tiempo, entorpecer e influenciar negativamente el campo perceptual y lingüístico de una sociedad (Lemus & Aispuro, 2011).

A modo de conclusión, identifico el lenguaje como una facultad cognitiva que se evidencia en nuestra conducta y que da como resultado el poder comunicarnos en un entorno delimitado y alimentado por nuestras costumbres y creencias. El libro El nombre del viento resalta el poder del lenguaje y así lo expresa en la voz de un pequeño que dice: “Las palabras son pálidas sombras de nombre olvidados. Los nombres tienen poder, y las palabras también. Las palabras pueden hacer prender el fuego en la mente de los hombres. Las palabras pueden arrancarles lágrimas a los corazones más duros” (Rothfuss, 2007, p.440).

Referencias

Peña, T. & Robayo, B. (2007). Conducta verbal de B.F. Skinner: 1957 – 2007. Revista latinoamericana de Psicología 39(3), 653 – 661.
Rothfuss, P. In the name of the wind. Recuperado de http://www.pdforigin.net/the-name-of-the-wind-pdf/
Shuare, M. (2010). Vigotski y Bajtin: historicidad y diálogo. Psicología em Estudo, Maringá, 15(3), 441 – 455.
Vygotski. L. (2000). Obras escogidas III. Problemas del desarrollo de la psique. 2ª Ed. España: Visor Dis S. A.
Zegarra, C. & García, J. (s.f.) Pensamiento y lenguaje: Piaget y Vygotsky. Recuperado de http://cursa.ihmc.us/rid=1JHMXKFJG-1GQVXS1-1756/PENSAMIENTO%20Y%20LENGUAJE%20PIAGET%20Y%20VYGOTSKI.pdf

 
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