Miércoles, 07 Noviembre 2018 15:52

El hombre flecha

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Gustavo Pedraza


Profesión:

Arquitecto

Libro favorito:

De animales a dioses

Un lugar por visitar:

La zona de Grecia por el Mediterráneo

 

 

Gustavo Pedraza es un académico riguroso, un hombre de ciencia y arte, un interlocutor que te lleva en diez minutos al siglo XVII, que se pasea por la historia de las naciones y salta de manera conexa al futuro inmediato, reflexionando y proponiendo. Desde siempre pintor: ahora, deportista.

A Gustavo Pedraza hay que narrarlo en bloques, porque son tantas sus ocupaciones, acciones y vocaciones, que extraviarse por el tamaño de su legado sería fácil; no hacer esta aclaración es querer atrapar toda el agua del mar con un vaso de ocho onzas.

 

Este es un perfil al Gustavo deportista, al hombre que a sus 67 años se ha convertido en referente nacional del deporte de tiro con arco, pasión postergada a la que se ha volcado con alma, vida y sombrero.


A la Liga del Tolima, Gustavo le ha dado dos medallas de bronce, en menos de tres años. Preseas de carácter nacional producto de competiciones frente a las ligas de otros departamentos, medallas que han puesto a sonar su nombre y que lo tienen hoy, como miembro de la Selección máster de Colombia de tiro con arco, con la que ha representado al país en certámenes internacionales.

Nuestro arquero ya habla de Juegos Olímpicos porque él se proyecta, al igual que hace con las flechas para trazarles un destino. Un periodista antioqueño no pudo disimular su asombro al escuchar, de boca del propio Gustavo, que tan solo llevaba practicando el deporte tres años.

“Lleva poquito”, titubeó el periodista y agregó: “Bueno, una vocación tardía […]”, a lo que Gustavo, tan fiel a las palabras aclaró: “La vocación no fue tardía, era temprana. Lo tardía fue la oportunidad, la oportunidad de conocer en el Tolima, en la Universidad de Ibagué, a Elo, un entrenador cubano que fue de la Selección Colombia, y luego tener con quién entrenar en el campus de esa Universidad”.

La vocación estaba cuando en la niñez exploraba las fincas de sus amigos con caucheras; estaba cuando su padre incentivaba el juego de romper con pistola de dardos y frasquitos de remedios; estaba y estuvo desde siempre. “Yo siempre he sido de trazar, de proyectar; la arquitectura y el tiro con arco son, en esencia, futuristas; los arquitectos imaginamos cosas que hacemos realidad. En el tiro con arco pasa exactamente lo mismo: en cada tiro, lo único que imaginamos es poner la flecha en el centro”.

La conexión de la mente con el cuerpo

Para ejecutar un buen tiro, Gustavo racionaliza el deporte, no lanza por lanzar, la flecha se convierte en una extensión de su cuerpo. “Para lanzar la flecha acertadamente, los arqueros ponemos en función una cantidad de músculos que no sabía que teníamos, todo el cuerpo está en función de la flecha, es un ejercicio con resultados externos pero que se aprende desde muy adentro”. Pedraza encuentra en este deporte una conexión con su espíritu. “El tiro con arco es una experiencia estética y, por ende, también un arte”, agregó.

 


Ese descubrimiento ha llevado a Gustavo a convertirse en un pregonero de su deporte. “El tiro con arco es un camino expedito para aportar a la formación integral de los humanos, da cabida a hombres y mujeres de igual manera. La Universidad de Ibagué ha apoyado a la Liga del Tolima y, tras la debacle de los escenarios deportivos de la ciudad, la Sede deportiva de Santa Ana se convirtió en nuestro campo de entrenamiento”.

En Unibagué se está trabajando para brindar el tiro con arco como materia electiva para estudiantes y funcionarios. “A los académicos el cuerpo no nos puede servir única y exclusivamente para cargar el celebro”, comentó entre risas.

Gustavo es un hombre orgullosamente Unibagué. Fue el primer director del Programa de Arquitectura, decano de la Facultad de Humanidades, Artes y Ciencias Sociales, exdirector de Planeación y asesor constante de las directivas de esta Institución.

Es un hombre que quiere afanoso poner al Tolima a disparar flechas.

— ¿El arco era indígena o griego?, le pregunto.

Un silencio se extiende por tres segundos.

— El arco es humano, me responde.

 

Por: Germán Gómez Carvajal, productor de contenido Unibagué.

Visto 959 veces Modificado por última vez en Viernes, 03 Julio 2020 15:48

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