Martes, 03 Octubre 2017 19:59

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 Benjamin Stor


Hobbies:

Escuchar música, comer empanadas, viajar.

Deportes

Fútbol, ciclismo.


 

Benjamin Storr es un joven alemán proveniente de Kia, una ciudad cercana a Hamburgo, inscrito a la Universidad que lleva el mismo nombre de su ciudad natal, donde cursa su maestría en Ingeniería Electrónica e Información Tecnológica y por la cual se encuentra en la Universidad de Ibagué, en condición de practicante.

 

El joven es programador de dispositivos mecatrónicos mediante sistemas complejos de operación a través de lenguaje numérico, comandos larguísimos que hacen de Benjamin el hombre apto para programar y direccionar robots y drones desde su portátil. Un hombre que adquiere conocimientos de sus colegas colombianos y a su vez les aporta su experiencia en programación.

Benjamin es disciplinado y riguroso. En Ibagué vive con una familia compuesta por madre e hijo donde él se convierte en un segundo retoño de aquella señora. Le gusta la sensación de seguridad que experimenta en Ibagué e informado por la red, teme viajar a sitios donde le recomiendan no ir, situación que le molesta. Estuvo en Cali y pensó en viajar a Buenaventura; la red le dijo que tal vez no sería una buena idea y el miedo lo alcanzó, no fue.

Recorrió en bicicleta la ruta Salento-Cajamarca y le gustaron los paisajes. La gente le parece grata y amable y a veces graciosa. En un viaje en trasporte público de cobertura nacional, un grupo de jóvenes colombianos extendieron el brazo derecho, al estilo nazi, al identificar que el rubio inmerso en el celular era alemán. Benjamín lo tomó con gracia y no lo ve como un incidente, pues los chicos eran más bromistas que ofensivos, y la situación fue más un intercambio cultural que una agresión. Entorno al nazismo, Benjamin dice que Alemania experimenta pena por esa carga histórica y que ahora desde el gobierno y sus ciudadanos hay un deseo de reparar; además, que en Alemania reside gente de todos los rincones del mundo; entonces, ve en esa naciente hospitalidad una manera de equilibrar.

 

El balón

Benjamin es tímido, se toma la cara con frecuencia, cruza los brazos, los desenreda y los vuelve a cruzar, baja la mirada constantemente, y cuando una mujer lo aborda, se sonroja y la confusión se le manifiesta en el cuerpo, con todas las manías mencionadas anteriormente en combo, una tras otra.

Por ser diferente, cree que las mujeres lo miran de más en Colombia, pero la barrera del idioma lo limita. Benjamin habla inglés como segunda lengua y con ese idioma y sus retacitos de español se defiende por estos días. Lo invitan a sonreír para las fotos y él dice en broma que los alemanes, no se ríen. Una broma de esas que uno no capta y no sabe si reírse o callar. Sus amigos extranjeros inscritos a la Universidad de Ibagué le profesan cariño y lo describen como un buen tipo, un hombre juicioso y reservado.

Benjamin es parco, no parece muy emotivo, todos sus gestos e intervenciones son regulados y cortos, parece novio interactuando con suegro; acartonado, pero de buenas intenciones. Ese recogimiento, casi como de cura, desaparece tan pronto le arrojan un balón de fútbol; entonces se le ve erguido, levanta el rostro y se le ve hábil y diestro; domina el balón de futbol en el aire y no lo deja caer; se le ve técnico, dinámico y feliz. Sus movimientos largos y rápidos nos presentan a otro hombre, que ahora sonríe sin poses y que hace chanzas a sus amigos: le arroja el balón a un chico norteamericano, que no tiene el mismo fluir de él con el fútbol, y por primera vez se avienta a interactuar conmigo en español: “Él debe jugar béisbol”, y vuelve a reírse con amplitud en tiempos, prolongando el chiste y el juego.

 

La comida y el viaje

La ha probado toda y le agrada, aunque no cae en calificativos grandilocuentes porque no es su estilo; de la gastronomía tolimense dice que es buena, que le gusta y ya, sin tanta parafernalia; es práctico. Rinde honor a las empanadas por costos, aparte de que le parecen sabrosas; con un euro puede comprar muchísimas empanadas, satisfacer el paladar y cuidar el bolsillo. Las bebidas que le ofrecen le agradan, pero no puede mentir, y declara abiertamente que prefiere tal cosa que consumía en Alemania, sin filtros, sin cortesía mentirosa.

Benjamin está próximo a partir de Ibagué y regresar a casa. De Colombia solo quiere decir aquello que de oídas aprendió: que los paisajes son lindos y la gente muy amable, que es importante apropiarse del español para disfrutar más la cultura y los días, que lo malo que se dice no es tan cierto. Aspira a seguir recorriendo el mundo y terminar su maestría; ya siente necesidad de emprender la vida laboral y para eso se prepara. Cuando Benjamin se despide estira el brazo con calma y el apretón de manos no es tan apretón porque no usa la fuerza.

 Por: Germán Gómez Carvajal, Productor de contenidos, Unibagué.

 

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