Lunes, 30 Abril 2018 22:11

Populismo: ¿el diablo para la democracia en Colombia?

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El actual momento electoral en Colombia, como ejercicio de una de las democracias más sólidas del mundo, contrasta con fenómenos que empañan dicho sistema político, justificando así el comportamiento abstencionista de más del 50% de ciudadanos que no ejercen su derecho al voto, y que desconfían ante las figuras políticas que prometen cambios sustanciales en el país.

Sin embargo, las estrategias de miedo que usan las grandes élites políticas nacionales en estas épocas electorales, para no perder o poner en riesgo su poder económico y político en el país, llegan a tener un gran efecto en el electorado colombiano al punto de que este elige a los líderes de la derecha política que han gobernado tradicionalmente. Tal vez una de las razones por las que no se ha dado una transición democrática es por el miedo infundado de un ejercicio populista dentro de la práctica política del Estado.

En realidad, el término populismo en Colombia ha sido estigmatizado de manera significativa, siendo fácil escuchar acusaciones en contra de la izquierda política con este término, quizá con propósitos de desvalorización en contra de la ideología de los partidarios de dicha tendencia. 

 

 

Pero lo que se desconoce es que el discurso populista puede estar presente tanto en la izquierda como en la derecha política.


Siendo así, es relevante precisar que ante la infinidad de conceptos acerca del populismo, se exponen aquí las características de este término, tomado como referencia para el presente escrito. El populismo contiene un discurso afianzado en pro del fortalecimiento y reivindicación de la soberanía interna y externa, a través de la consolidación del poder ejecutivo y la promoción de la democracia participativa; el fomento de un Estado con legislación fuerte para tener el control y la administración de sus propiedades, garantizando políticas de inclusión social que satisfagan las necesidades de los menos favorecidos, de masas populares y de los marginados por las grandes élites; como también el establecimiento de una relación directa entre el gobierno y el pueblo para conocer su voluntad, legitimando las decisiones que tomen y procurando la apertura política para la participación de la ciudadanía en los asuntos del Estado (Bueno Romero, 2013).

Con base en lo anterior, vale la pena sugerirle al lector que se plantee él mismo los siguientes interrogantes: ¿el populismo se puede considerar como una amenaza real para la democracia colombiana?, ¿es antidemocrático tener un discurso favorable a la clase popular?, ¿Colombia seguirá el rumbo de países que han puesto en riesgo sus valores democráticos por tener líderes populistas?

Hannah Arendt (2016)en su teoría política, aduce que luego de la Primera Guerra Mundial la política presenta un diablo diferente en diversos momentos, en el que el último de estos resulta ser mucho peor que el anterior, al punto de que nadie imagina enfrentar la desesperanza de tener que relacionarse con la amenaza del supuesto diablo, aducción que se puede aplicar para la dinámica de la política colombiana, ya que en épocas de campañas electorales —sea para elegir mandatarios políticos o decidir asuntos nacionales por mecanismos de participación ciudadana—, las grandes dirigencias nacionales nos presentan un nuevo diablo que es peor al anterior, al cual se le debe hacer frente huyéndole y no conociéndole —para saber la veracidad de su existencia y afrontarle—.

Los diablos presentados en el campo político nacional han sido, entre otros, la desmovilizada guerrilla de las FARC —aclarando que sus acciones atroces sí pueden ser comparables con un diablo por los daños ocasionados, pero desde lo político sirve como columna de humo para ocultar hechos delictivos y de corrupción de dirigentes políticos—, el terrorismo, el castro chavismo, y, también, el populismo.

Nuestra Colombia es un país que ocupa el tercer lugar de desigualdad en el mundo; sexto como uno de los más ignorantes; con barreras para acceder y culminar el proceso de educación; con una de las tasas más altas de desempleo en Latinoamérica; cuarto con el menor salario mínimo de la región y con una de las tasas de pobreza más significativas, con casi siete millones de personas en condición de indigencia; niños que mueren por desnutrición; con un sistema de salud iatrogénico al ciudadano; un país condicionado por violar los Derechos Humanos; segundo con más víctimas de desplazamiento interno del mundo; un país donde aproximadamente el 80% de la tierra está en manos del 14% de los propietarios y en donde en los últimos dos años han sido asesinados más de 280 líderes sociales; entre otras cosas.

Como ciudadano de un país así, considero pertinente tener en cuenta dentro del discurso de los candidatos políticos, propuestas que conduzcan a una economía nacional que brinde más oportunidades de progreso a todos; donde el acceso a la educación se convierta realmente en un derecho garantizado y así la finalización de ellos; propuestas que contribuyan a que nosotros los jóvenes no suframos para conseguir un empleo digno con salarios justos; propuestas que garanticen el derecho a la salud; y se permita la participación política de los ciudadanos para continuar en la construcción de paz en Colombia.

Estas y otras tantas razones por las cuales los colombianos deben desmitificar al populismo, no contagiarse del miedo infundado por la élite política, y no rechazar un discurso propositivo que brinde soluciones y devuelva la esperanza a este país, que aún carece de la satisfacción de las necesidades básicas de su población y donde las instituciones democráticas no dan respuesta a las mismas, sino que se vuelcan al extremo de servir a las élites tradicionales, y no a la ciudadanía en general. El populismo en estos términos no es el diablo, sino que es compatible con la democracia y con la justicia social que tanto ha estado ausente en nuestro país. Por todo esto, los colombianos enfrentan un momento crucial donde decidirán si continúan huyendo del castro chavismo con la misma clase política de siempre, u optan por un verdadero cambio que aproveche el potencial humano, agroindustrial y medioambiental de Colombia.

Bibliografía

Arendt, H. (2016). ¿Qué es la política? Barcelona, España: Paidós.
Bueno Romero, G. A. (Enero-junio de 2013). El populismo como concepto en América Latina y en Colombia. Estudios políticos(42), 112-137.

 

Visto 1189 veces Modificado por última vez en Miércoles, 16 May 2018 22:17

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